jueves, 6 de noviembre de 2008

Cuento

FIN

 

         La oscuridad. La nada. Ya no se escuchan los pasos abotinados que rítmicamente sonaban en el pasillo. Ya no cruje la puerta con ese ruido que pareciera desgarrar los pernos del marco. Y lo mas importante, ya no late agitadamente mi corazón y mi mundo se derrumbó.

El final no era el que esperaba. Por lo menos no como lo pensaba cuando creía que podía ir contra viento y marea buscando la libertad. Tantas veces había salvado mi pellejo escapando de los más temerosos peligros que no podía imaginar jamás que mi final sería tan absurdo.

Todavía recuerdo esa noche, la de la consumación de este horrible crimen. Yo estaba como siempre, tratando de matar mi tiempo libre y mi insomnio con algo la de comida que podía encontrar en la heladera, una Siam vieja que parecía caminar del ruido que hacía permanentemente, pero que sin embargo, congelaba como el mismo polo norte. La soledad se había adueñado de mi hacía ya mucho tiempo y esas ganas de vivir en libertad ya estaban muertas en mi. La chica con la que vivía no registraba mis acciones; y eso que me esmeraba en demostrarle que existía, ella me ignoraba. Siempre creí que ella tenía un concepto equivocado de mi, seguramente ella pensaba que yo era un ser egoísta que solo vivía para molestarla. A veces me hacía temer por mi vida, porque sentía que la indiferencia con que siempre me trataba en realidad escondía un odio muy profundo que desembocaría en mi muerte.

Ella debe estar feliz con lo sucedido. Ella y su amante. Ese que de vez en cuando aparecía en nuestras vidas para hacer más notoria mi debacle, mi caída hacia lo más bajo de la depresión. La soledad era total cuando sonaba el celular de Claudia, porque sabía que eso significaba otra noche sin sonidos, sin compañía, sin calor.

Recuerdo que esa noche, la de la consumación, algo no pasó como esperaba. El celular había sonado como a las 7 pm; Claudia había salido a las 8:30, después de bañarse, peinarse e ignorarme; yo me encontraba solo como siempre, buscando a cada rato un poco de comida en la heladera. De pronto, ruidos…pasos (deben ser de mujer o de un militar, pensé)…la puerta que cruje…yo, asustado me asomo…

Solo recuerdo que alguien gritó: -“Pero mirá que cucaracha de mierda”

No entiendo porque, pero siempre pensé que podía llegar a morir de viejo. En fin, triste destino en de las cucarachas.